Mitos y falsas creencias sobre la Ley de Segunda Oportunidad

1. “Casi nunca se concede”

Falso. Cuando el caso se plantea correctamente y el deudor cumple los requisitos de buena fe, la exoneración se concede en un porcentaje muy relevante de procedimientos.

Otra cosa distinta es que existan matices (por ejemplo, en deudas públicas) o que se deniegue en situaciones de fraude, pero no estamos ante una figura “puramente teórica”.

2. “Es solo para empresas o grandes deudores”

También es falso. La Segunda Oportunidad está pensada precisamente para personas físicas, muchas de ellas con deudas derivadas del día a día: préstamos, tarjetas, avales familiares, etc.

De hecho, cada vez más particulares acuden a esta vía para liberarse de una situación que, de otro modo, sería perpetua.

3. “Voy a estar señalado de por vida”

Existe el temor de que acogerse a la Ley de Segunda Oportunidad suponga un “estigma” permanente. La realidad es que, una vez concedida la exoneración y cumplidos los requisitos, el deudor puede rehacer su vida económica, contratar servicios y, con el tiempo, normalizar su situación financiera.

4. “Lo pierdes todo”

Como hemos explicado en otros artículos, no siempre es así. La normativa busca un equilibrio entre la satisfacción de los acreedores y la conservación de los bienes necesarios para la vida digna del deudor y su familia.

En muchos casos es posible articular soluciones que preserven vivienda habitual o vehículo, siempre que sean viables.

5. “Es mejor seguir aguantando y ya se verá”

Retrasar indefinidamente la decisión suele empeorar el problema: aumentan los intereses, se multiplican los procedimientos judiciales y se deteriora la estabilidad familiar y emocional.

Plantearse la Segunda Oportunidad no es un fracaso, sino una herramienta legal para cerrar una etapa y empezar otra con reglas claras.